miércoles, octubre 26, 2005

La TontoPollez nos rodea, penetra en nosotros y mantiene unida la Galaxia

Me veo en la obligación de aplazar la serie de fama mundial "Un Cansino en París", éxito de venta en las mejores editoriales de papeles para pescaderías y traducida a numerosos idiomas (entre 1 y 100) para escribir acerca de la pandemia que ya ha asolado el mundo Occidental. Nada de mierdas de gripes de pollos ni cosas así. Es mucho peor: la TontoPollez. Sólo hay un tratamiento adecuado. Bueno, en realidad son dos, uno que la cura en el 80% de los casos y otro que la elimina en el 100%.
El problema radica en que el primer tratamiento ha caido en desuso y el segundo es "politicamente incorrecto".

En palabras del eminente virólogo Jaime Lasopla, popular en su casa a la hora de comer, "el tratamiento de esta enfermedad debe realizarse cuanto antes. El primer método, conocido como "dos_hostias_bien_dás" debería aplicarse como vacuna desde los 7 años de edad. Esto prevendría la aparición de los síntomas y la transformación del sujeto en un TontoLaPolla.
El segundo método, o "burnout" consigue eliminar la enfermedad en un sujeto adulto con total seguridad. Cierto es que el proceso consistente en rociar al enfermo con 10 litros de keroseno y pegarle fuego obtenga como efectos secundarios la probable muerte o conversión en churrasco del TontoLaPolla, pero el objetivo se cumple y el mundo mejora con ello."


Hay que añadir que el Dr. Lasopla lleva 3 años en busca y captura a raiz de haber asesinado a dos ex-esposas y a cuatro directores de bancos de Sabadell.

La aparición de casos a nivel mundial es asombrosa: ayer mismo pude contemplar un especimen.

Salgo de currar y atravieso un parque de camino al metro. Como en todos los parques hay árboles, bancos, viejos y gente que saca a pasear a perros ( o viceversa). Una mujer de entre 30-40 tacos (siendo generoso) pasa por mi lado con un bicho de esos que van a la peluqueria y se gastan más pelas que cuando yo me recorto las melenas. Un perro maricón,vamos.
A los pocos segundos oigo unos gritos desesperado de la mujer "No, por favor !! Llámalo!! Llámalo, por favor !!!
Me vuelvo raudo y veloz igual que Chuck Norris en Walker Texas Ranger dispuesto a intervenir si hiciera falta.( Bueno, como Chuck Norris hace 30 años, cuando no anunciaba el Abdominacer en la teletienda).
Y lo que me encuentro es que había aparecido un perro normalillo, que era de algun otro tío de por allí y que se había acercado a saludar al perro mariconcete. Se habían ladrado dos veces y listo. Y la tía allí que parecía que la habían realizado un robo con fractura.
Seguro que en tiempos del hambre no hubiera hecho tal escándalo por el puto perro, incluso haría ya mucho tiempo que se lo habría comido. Pedazo de TontaLaPolla.

Recomiendo al marido de la susodicha ( si lo tiene -mi más sentido pésame-) que aplique los tratamientos antes mencionados, amén de una terapia intermedia, esto es:

1. Dos_hostias_bien_dás ( tira delante mío....).
2. Suministrar 20 cm de carne en formato cilíndrico por vía oral. También en supositorios.
3. BurnOut y se acabó la tontería.

Otro ejemplo visto en algún programa de zapping:

En no se qué sitio de Inglaterra lo que les mola una vez al año es tirar un queso rodando por una colina para a continuación tirarse ellos detrás y caer rebotando. El gilipollas que rebota más lejos y llega antes ,gana, y se lleva el queso.

¿A que en el 41, cuando el amigo Adolf estaba bombardeando Londres y los chicos de la RAF hacían lo que podían, no les daba por tirarse de la colina detrás de un queso? Se hubieran comido el queso y se hubieran dejado de gilipolleces porque había otras cosas más importantes que atender.

El mundo necesita una guerra para acabar con la tontería.
Desde estas páginas propongo quemar Inglaterra para salvarlos de su propia TontoLaPollez.

Quizá debiéramos hacer algún experimento casero antes: quemar a los Tontunnings que se pasean los fines de semana con la radio a todo trapo, por ejemplo. O realizar una escabechina entre la clase política, por cabrones.

Lo dejo a su elección.

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