jueves, noviembre 10, 2005

Un Cansino en París VII : En Tierra Peligrosa

Este capítulo tiene su origen en el hecho de que unas compañeras de curro de mi mami aquí en París querían cenar con nosotros.
Total, que quedamos con las susodichas para ir a cenar.

Muchachas simpáticas, majillas ( a que más de uno ya sabe lo que voy a decir a continuación) y, en efecto, poco agraciadas.
Normal, si estuviesen buenas es lo primero que hubiera mencionado. Como no lo están, hay que decir que son simpáticas.

Nota Mental: Huid de aquellas féminas que os presentan diciendo "es muy simpática".

Antes, cuando podía ligar, esto estaba muy claro, para reirme ya están mis tonteridas, y si no, me pongo un vídeo de Chiquito de la Calzada.

Bueno, al caso, después de las presentaciones de rigor en una mezcla de español, francés, inglés e italiano ( esto parecía ya Blade-Runner) nos dirigimos al restaurante.Estaba cerrado por día de descanso.

Aquí ya nos mosqueamos ( mi brother and me) porque, vamos a ver, en España , si voy a cenar a un sitio,lo que hago es reservar para el día en concreto, y no voy a la buena de Dios.
Parece ser que el sentido común es , también en Francia, el menos común de los sentidos.

La cosa empezaba mal, pero no nos pongamos nerviosos, porque aún podría ser peor. Pero mucho peor.

Las tres muchachas decidieron ir a otro restaurante, y nos pusimos a andar.

La primera alarma saltó al ver una librería con una banderita estridente de colorines. Dicha libreria sólo tenía en el escaparate libros con tíos en pelotas.
Inciso: ¿ Los maricones sólo leen "libros" con tíos en pelotas?¿ No compran libros en el Fnac,por ejemplo?Me parece raro, pero si estas tiendas existen,será porque venden...

Miradita al Nº 2 ( mi hermano) y pensamiento mútuo : ¿ Ande nos están llevando estas 3 criaturas?

La cosa "mejoró" cuando empezaron a pasar a nuestro alrededor tías con aspecto de Bud Spencer (incluida la camisa y la barba).
A estas alturas mi novia, el Nº 2 y yo mismo ya sabíamos que estábamos en Tierra Peligrosa, pero para certificarlo, preguntamos a nuestras guías por el barrio en cuestíon.
La respuesta fue "en el barrio de los jóvenes..."
Mirada, sonrisa con el Nº 2 y respuesta unánime " será el de los jóvenes maricones,no te fastidia..."
Si desde luego esto es la muestra de los "jóvenes" franceses, casi hubiera sido mejor que Alemania hubiera ganado la guerra, porque salvar Europa para ésto...

Y llegamos al restaurante en cuestión. Todo en plan pijo, con luces raras. Quicir, que encima de estar en Tierra Peligrosa, voy a quedarme con más hambre que el que se crió en la isla.
En la terracita de fuera estaban cenando Bud Spencer y Terence Hill en versión "femenina", dentro había que tener cuidadín debido al aceite que cubría el suelo.
Los camareros estaban acostumbrados ( y digo camareros, ni una sola camarera. Para que luego digan de la discriminación) ya que ellos mismos eran los productores de la capa ólea.
Todos estaban escuálidos y casi calvorotas. Debe ser la norma, si te haces marica tienes que ponerte el look cantante de REM, por lo menos por allí.
Ahora que pienso, puede que estuvieran tan desnutridos porque comían todos en el restaurante.

Una vez colocados en la mesa, echamos una visual para ver dónde nos habían colocado: al lado de un REM con su amiguito y delante de un tío que cenaba con algo que el Nº 2 calificó como " Willem Dafoe con tetas" ( sí, el malo de Speed 2).

En Francia es costumbre tomar antes de cenar el "aperitif", cuya traducción es el aperitivo. Pero no en el sentido en que nosotros entendemos un aperitivo. Lo que consiste en realidad es en pegarse un copazo antes de cenar. Ellos son así.

Bien, yo pasé de tomar alcohol con el estómago vacio (esto comprende antes y después de la cena) pero nuestras muchachitas francesas se pidieron unos cóckteles de esos raros con gilipolleces y sombrillitas. Que te claven 8 yuros por un vaso de zumos cutres con un poco de vodka y una sombrillita es algo a lo que me niego, por otra parte.

Anécdota: A una de ellas , cuya bebida contenía unas hojas de menta ( que payasada), le venía un bichito diminuto en una de las hojas. En vez de quitarlo en un plis y listo, pidió que le cambiaran la bebida. Probablemente el camarero mariconeti lo que hizo en la cocina fue meter el dedo y quitar el bicho. Pero a estas alturas ya conocía el nivel de pijerío en el que nos hallábamos inmersos.

Viene la carta, mi estómago gruñe y mi estado de ánimo se derrumba mientras me pregunto si volveré a tiempo de ir al McDonalds que hay enfrente del hotel.
La variedad de platos se reduce a 4, y con cada uno de ellos puedes pedir 4 cosas de acompañamiento. Lo que todo el mundo encuentra muy gracioso son estas combinaciones: crema de pimientos de nosequé, ensalada de melón con no se qué mierdas, cremas de fistro por allí y otras porquerías por allá. Esto lo encuentra divertido todo el que no tenga hambre, o todo el que haya cenado ya, porque si lo que quieres es cenar, vas listo.
No había ni unas patatitas. Debe ser que comer algo con patatas fritas es un claro símbolo de los toscos hombres prehistóricos a los que nos molan las mujeres. Si eres un mariconetti moderno no puedes comer pollo con patatas, tienes que pedir pollo con ensalada de melon con mierdas, así te mantienes escuálido y te puedes poner ropa de un niño de 10 años.

En fin, que tanto el Nº 2 como yo elegimos lo mejor que pudimos a ver que pasaba: pollo con salsa de tamarindo ( échale cojones), la mierda del melón esa y una crema que parecía lo de los pimientos rellenos, pero sin los pimientos.

Encima resulta que nuestras acompañantes son vegetarianas, normal, por eso vienen a estos retaurantes de mierda.

Bueno, encima el mariconeti del camarero se pone a tomar nota en cuclillas y repanchingado en la silla de al lado mío, en plan coleguita.
Ni colega ni leches, ponte firme y toma nota como todos los camareros, joder, que esto no es tu casa. ¿ Será posible?

Llega la comida, efectivamente, una bandeja con platos cuadrados ( por llevar la contraria a los redondos de toda la vida,será) y comida escasa. 8 cachos de pollo mal contados.
Total, que hay que comerse toda la basura de guarnición para no desfallecer.

Resultado: después de dejar el plato limpio tengo aún más hambre que antes.
Las francesas, que han pedido un montón de hierbas, han dejado más de la mitad. Yo flipo en colores, quizá por el efecto del hambre, que empieza a afectarme ya a la mente.

A la hora de la cuenta es cuando los mariconetis deben disfrutar, porque nos meten una clavada de cojones con la nota.
Encima se quedan directamente con la vuelta los tíos ladrones.

En fin, vuelta al hotel con el estómago gruñendo a tope y la promesa de vengarme de esta gente.
Como vengan por Madrid las vamos a llevar a un asador, para que vean lo que es comer de verdad.A lo mejor se aficionan al Frankfurt Hispano y se dejan de mariconadas y de hierbas.
Quién sabe...

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